Hay familia nuclear y familias de origen. Estas últimas las compuesta por padres, suegros, hermanos, tíos, etc. Y cuando hablamos de familia nuclear pensamos en la pequeña -aunque pueda ser muy grande-, a la inmediata, que consta de padres e hijos, y ya. Y hay que defenderla. Hablar de esto así duele un poco a los abuelos y a los tíos, pero es conveniente recordar algo que los esposos/padres tienen muy claro, pero que los otros no entienden del todo.
No es una cuestión sencilla, porque si un padre/abuelo está enfermo, hay que atenderle. Eso supone faltar de casa más o menos tiempo. A veces la solución más útil es tenerlo en el propio hogar familiar. En todo caso puede suponer un tiempo de dedicación que casi siempre va en perjuicio de esposos o hijos. Por lo tanto no es una cuestión sencilla. Se necesita un equilibrio bastante complicado y un estudio atento de las soluciones.
“No te has casado con tu hermano ni con tu padre. Aprecia todo lo que tu pareja te aporta. Recuerda lo que te enamoró de él o ella y ponlo en valor. Muérdete la lengua por dentro y por fuera para evitar esa crítica y esa descalificación que te llevan a menospreciarle. Le quieres, así que mírale con indulgencia cuando cometa un error, recuerda que tú también los cometes, y abrázale cuando te sientas feliz y orgullosa de estar a su lado” (p. 100), nos cuenta Nacho Tornel en su reciente e interesante libro.
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