Cuando me dirigía el otro día a los padres del colegio Alborada nos centramos fundamentalmente en ellos como educadores, esa era la idea, pero claro a mí me pasa que no puedo evitar volver una y otra vez a insistir en que lo fundamental es que él y ella estén muy unidos, estén muy cerca, trabaje mucho su comunicación, su capacidad de llegar a acuerdos, el respeto absoluto por lo que el otro dice, la capacidad de escucha, la habilidad para decir las cosas con cariño… todo esto es necesario para que padre y madre sean capaces de dirigir juntos su casa y de educar y acompañar a sus hijos.
Esto lo sabemos bien, pero con frecuencia nos preocupamos y nos inquietamos más por saber dar con las fórmulas necesarias para evitar esa confrontación con ese hijo, para conseguir que ese otro no se cierre herméticamente y poder hablar con él…
Y por supuesto que es necesario tener los ojos muy abiertos y atender a cada uno de ellos de manera individualizada pero lo que está claro es que en la base de ese gran trabajo tiene que estar la alianza estrechísima entre él y ella.
Por eso me voy a despedir con esa frase que a lo mejor ya me habéis oído decir y que no es mía: “Padres lo mejor que podéis hacer por vuestros hijos es querer mucho a vuestras mujeres. Madres! Lo mejor que podéis hacer por vuestros hijos es querer mucho a vuestros maridos.
Ellos nos lo agradecerán mucho!
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