Cuando los dos tienen que enfrentarse juntos a una situación de sufrimiento, a un revés, a un proceso de duelo del tipo que sea, ponen a prueba, sin pretenderlo a su propia relación.
Y no me refiero al hecho de que esa situación de sufrimiento se convierta como en un caza bombardero que lanza sus proyectiles más pesados en las posiciones fundamentales. Ese no es el peligro. Esa no es la prueba. Ellos dos, si tienen una unión sólida, están preparados para todo: la enfermedad, la muerte, el desempleo…
El desafío más importante que afronta una pareja ante el sufrimiento, es precisamente el de seguir funcionando como una pareja: permanecer unidos, apoyarse mutuamente, buscarse y sobre todo no aislarse nunca en uno mismo.
Y ante eso hay que estar atento porque muchas veces el dolor busca la soledad. El sentimiento de que nadie ni siquiera él, ella, me comprenden puede provocar esa actitud de aislamiento. Y no. Por duro que sea el camino, juntos multiplicarán por diez sus propias fuerzas. Y cuando uno desfallezca el otro tirará hacia arriba. Y viceversa.
Si lo estás pasando mal, corre a su lado y no te separes.
Ahora más que nunca
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