Ya desde la antigüedad griega, este pueblo, tan cercano al mar, tenía muy claro que en el amor como en la navegación hay dos modos:
Una navegación cómoda cuando el viento sopla y solo hay que desplegar las velas y dejarse llevar, y otro modo de navegar, cuando el viento deja de soplar y ¡hay que sacar los remos!
Resulta fácil llevarnos esta imagen al matrimonio.
Muchas veces nuestra relación va viento en popa, y con ese viento lo único que hay que hacer es tener unas buenas velas desplegadas tensas y fuertes que se irán hinchando con la fuerza del viento y nos harán avanzar a gran velocidad. Creo que prácticamente todas las parejas hemos tenido esos periodos.
-“Nacho para nosotros fue viento en contra desde el principio, nunca hemos tenido el viento de popa.”
Tienes razón Carmen, pues mira sois la excepción que confirma la regla.
Es verdad no hace mucho que una persona me decía esto en el despacho, pero realmente lo habitual es pasar por épocas de bonanza, y del mismo modo también es muy normal que haya momentos de dificultad en la relación.
Dificultades originadas por lo que sea: por razones externas que tengan que ver con la salud, con el trabajo, con el entorno familiar… y también por razones internas a la propia relación que normalmente vendrán de haberla descuidado y haber dejado que otras cosas prioricen antes que la relación de pareja.
Lo cierto es que la pareja se puede encontrar sin ningún viento que empuje de las velas y teniendo que remar a brazo partido. A veces incluso peor, porque la corriente les va en contra y por lo tanto el esfuerzo para avanzar mínimamente es enorme.
Menudo desafío para la esperanza. Menudas tentaciones de levantar los remos y dejarse arrastrar por la corriente contraria que seguramente les lleve a cualquier precipicio.
Es importante ser consciente de que cuando toca remar con fuerza hay que perseverar. Vale la pena, nos jugamos mucho como pareja: nuestra felicidad, nuestro hogar…
-Mira yo no encajo eso de que para que las cosas vayan bien en la relación haya que esforzarse tanto…
También me lo decían no hace mucho en el despacho.
Las cosas que valen mucho la pena requieren a veces mucho esfuerzo, y lo hacemos porque queremos, porque pensamos que compensa y porque ha habido luces en el camino en el pasado que nos hicieron entender que esa era la ruta.
Ahora lo importante es no perder la esperanza.
Ánimo.
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