Esto es algo que hoy resulta contra intuitivo: en el matrimonio tu gran ego debe menguar precisamente para que crezca tu matrimonio.
Cuando veo parejas en las que uno de los dos se manifiesta desde un ego muy subido, sé que no habrá nada que hacer hasta que de verdad entienda que su amor por su pareja implica quererla como es, sin marcar exigencias ni expectativas que uno pueda tener sobre el otro.
Claro que está muy bien que en el matrimonio mejoremos los dos juntos, porque tú te fijas en que tiene mala cara y que debería hacer algo para arreglar esa falta de sueño y otro día tu pareja se fija en que quizá te convenga hacer más ejercicio y estar un poco más fuerte… Todo eso nos mejora, y además está más que comprobado que los casados gozamos de mejor salud.
Pero amar también supone aceptar al otro, por eso no podemos estar constantemente haciéndole ver lo mal que hace las cosas por lo poco que nos gusta tal o cual aspecto de su conducta.
En la convivencia habrá muchas cosas en las que conviene más mirar para otro lado aunque no sea lo que más nos gusta de nuestra pareja, porque lo que no podemos estar es permanentemente con la escopeta cargada.
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