Cuando recibo a una pareja lo normal es que vengan cada uno de ellos con una buena carga emocional. Esas emociones, que son totalmente normales en cualquier situación crítica de pareja en la que se puedan encontrar, tiñen por completo el modo de percibir, el modo de entender, el modo de procesar lo que está pasando.
Han ocurrido demasiadas cosas y el dolor, la decepción, el sufrimiento, la frustración… ponen un color demasiado oscuro a mi realidad, como para poder trabajar desde ahí.
Por eso la tarea del mediador comienza muchas veces por tratar de neutralizar esas emociones y permitirle así a la persona pensar y razonar de forma más serena para ir tomando las decisiones que más convengan.
Un modo de neutralizar las emociones e impedir que nuble nuestra mente es fundamentalmente la escucha atenta dejando que la persona se exprese a fondo y recogiendo con todo detalle todo eso que está contando y que tanto le duele…
Escuchar, recoger y validar. Ahí está una fórmula que se revela eficaz porque al ver que tu interlocutor valida tus emociones. No las cuestiona ni te interpela, sino que sencillamente se ciñe a escucharte, tratar de entenderte y reconocer la presencia de esas emociones.
Eso es ya el comienzo de la descompresión, tan necesaria para avanzar en el proceso de la mediación.
Y ¿por qué os cuento esto?
Porque creo que tú también puedes actuar así tratando de comportarte de este modo con tu pareja y verás como baja la presión de la válvula de la olla express.
Debemos ser capaces de identificar el estado emocional de la persona que tenemos delante y adecuarnos a cada situación para hacer más fácil el entendimiento y el diálogo entre los dos.
No hace falta ser mediador para hacer esto. Ponlo en práctica.
Feliz semana.
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