Ayer hablando con un buen grupo de matrimonios en Alicante nos deteníamos en lo bien pensado que está el círculo virtuoso afectivo en el amor conyugal.
Me explico: para llegar a la plenitud de la entrega entre el y ella es necesario que se hayan ido produciendo mini encuentros a lo largo del día, a lo largo de la semana. Y en esos mini encuentros él y ella se van transmitiendo el uno al otro su amor, su valoración, su cuidado por el otro, su ternura… y precisamente ese modo de sentirse cerca, esa proximidad vivida en pequeños detalles es la que facilita que, cuando se den las circunstancias adecuadas, se puedan deslizar a un encuentro mucho más íntimo y físicamente intenso en su relación sexual.
Relación sexual que a su vez produce en los cerebros de él y de ella la generación de oxitocina que es la hormona del apego, de la vinculación y del amor. Por lo tanto, después de una relación sexual se sienten mucho más cercanos, mucho más unidos, mucho más amantes. Y como consecuencia les resultará mucho más natural y tendrán una mayor tendencia a mostrar todos esos gestos que hemos referido antes de afecto, ternura, valoración e interés por el otro.
Así se dan las condiciones perfectas para que puedan volver a encontrarse en situación de deslizarse hacia una nueva relación sexual que de nuevo potenciará esa dimensión afectiva y unitiva en cada uno.
¡No me diréis que no está muy bien pensado, el que diseñó este modo de proceder en los hombres y mujeres sabía muy bien lo que hacía!
Así que no seamos tontos y no caigamos en el círculo vicioso en nuestro amor conyugal, que es precisamente lo contrario: retirar unos y otros gestos impidiendo así que la rueda gire y coja velocidad.
¡Muy feliz semana!
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