Mañana, día internacional de la mujer trabajadora, tengo el honor de intervenir en mi universidad natal de Valladolid, en un evento organizado por la Red de Igualdad de la UVA. Me hace ilusión como pocas invitaciones, es un privilegio y un honor poder hablar en mi casa madre, aunque sea online. Y es también un privilegio poder hablar precisamente en esta celebración y analizando las cosas desde el ángulo de los temas que yo trabajo.
La sesión lleva por título: Trabajamos los dos dentro y fuera de casa…
La realidad que yo observo en las parejas que veo, es que ellas siguen trabajando bastante más en casa. No hace falta que lo diga la encuesta de empleo el tiempo EET del Instituto de Estadística, que lo dice, aunque sea con datos de 2011 que fue cuando se pasó la última ola. La mujer por término medio dedica más de dos horas al día a ocupaciones del hogar que el hombre. Por supuesto que un estudio así incorpora a distintas generaciones, si atendemos a la generación actual los datos serían otros, pero en todo caso ese es el titular.
Está claro que debemos seguir caminando hacia el equilibrio, por supuesto que hemos mejorado, pero también por supuesto que seguimos, insisto, teniendo importantes desequilibrios en este ámbito.
Eso sí, soy un defensor absoluto de la libertad personal, por eso creo que a ninguna pareja, y a ninguna mujer por supuesto, se le debe imponer ningún modelo como el único valido.
Quiero decir, que ese equilibrio al que deben llegar ellos dos, es cosa de ellos y a nadie le toca juzgarlo o evaluarlo. Son los dos, desde la plena valoración mutua y absolutamente conscientes de que la responsabilidad del hogar es exactamente igual para los dos, quienes establecerán cuáles son los mejores modos y ritmos para que su familia esté atendida como ellos quieren.
Cuando hablo de modelos impuestos me refiero a que si una mujer decide que en una etapa de su vida prefiere dar prioridad a su esfera familiar recortando la profesional, todos debemos respetar su decisión libre. Del mismo modo que respetaríamos que esa misma mujer decidiera volcarse en su vida profesional y no desarrollar un proyecto familiar.
Creo que el verdadero progreso es que esa mujer no tenga que elegir: que pueda establecer una familia y al mismo tiempo desarrollarse profesionalmente sin verse penalizada en ningún caso ni por sus bajas de maternidad, ni por tener un foco de atención prioritario en su familia si así lo siente y lo quiere vivir. El verdadero progreso es que su pareja esté a su lado en ese equilibrio que hace que los dos asuman sus responsabilidades dentro y fuera de casa de manera coordinada y dándose mutuo apoyo. El verdadero progreso sería una legislación que favoreciera y facilitará ese equilibrio en la vida de las personas y de las familias.
Yo creo en ese progreso.
Sólo cambiará si le aceptas como es
Menuda paradoja ¿verdad? “Pero si yo precisamente lo que quiero es que cambie ¿cómo le voy a dar a entender que me gusta cómo es?” Porque para que...
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