Muchas veces las discusiones que surgen entre él y ella se deben sencillamente a que están sintonizados de modo distinto. Lo que para uno es un agravio tremendo para el otro resulta irrelevante.
Un mismo hecho puede ser motivo de preocupación permanente para uno y caer automáticamente en el olvido en el caso del otro.
El problema es que muchas veces esperamos la reacción que nosotros tendríamos y eso es sencillamente imposible. De un modo inconsciente parece como si buscáramos en la otra persona nuestro propio patrón.
¡Menuda tontería! ¡pero que fácilmente caemos en ella!
Si nos paramos a pensarlo bien seguramente lo que nos atrajo es lo que nos diferencia, lo que nos equilibra, lo que nos complementa.
Y todo eso es lo mismo que hace que percibamos las cosas de manera a veces tan distinta.
Querer a la otra persona implica un cierto grado de incomprensión ante sus actos. Nuestra limitada cabeza no alcanzan a comprender todas las conexiones neuronales ajenas.
Tu pareja no dejará nunca de ser un misterio insondable.
Y los misterios infunden respeto y una cierta fascinación. Casi nada.
Escucha bien
Si hay algo que está muy claro es que en la relación de pareja la comunicación se fundamenta sobre todo en la escucha. No hace falta ser un gran...
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