En estos días de congreso y abordando tantas cuestiones sobre la sexualidad de la pareja en el contexto actual, se me ocurría algo tan sencillo como reivindicar el lugar que le corresponde a nuestras relaciones sexuales, que es sin duda un lugar top. Me explico. Podríamos pensar que en una sociedad que se ha pasado de frenada y en la que las insinuaciones de contenido sexual están presentes para hacer publicidad de lo que sea y en la que está por supuesto doscientos por cien presente en series y películas, podríamos pensar que aquellos de nosotros que creemos en un sexo que va de la mano del respeto, del compromiso, de la generosidad en la entrega…quizás no nos queda otra que protegernos a lo numantino para que no nos licúen la pureza de nuestro elixir. Como si tuviéramos que estar en estado de defensa permanente, dando incluso explicaciones de por qué somos monógamos y para siempre y felices de serlo. Pues bien, yo lo que diría es que esa defensa sólo debe concentrarse en una cosa que es: cuidar mucho, mimar nuestra afectividad. Regarla con gestos y detalles, atenderla siempre, en todas las etapas de nuestra vida. Sacarle todo el brillo del que seamos capaces, porque brillará y brillará mucho haciendo palidecer, sin ningún esfuerzo adicional y sin pretenderlo otras formas de intercambio de gestos afectivos.
Nuestra afectividad es reflejo del amor y de la admiración que tenemos por alguien a quien hemos entregado la vida y con quien hemos decidido crear una familia y construir un hogar. ¿Quién da más?
QUE SE SIENTA QUERID@ DE VERDAD
Continuamos con el tema de la semana pasada. Hablábamos de la importancia de cuidar la afectividad como aceite lubricante entre los dos, que hace...
0 comentarios