Soy consciente de que quien me haya leído o escuchado dirá que me repito, pero es que considero absolutamente imprescindible que el y ella cierren el día juntos dedicándose un rato para preguntarse ese sencillo:
Qué tal? Cómo estás?
Pero de verdad. Mirándose a los ojos y con ganas de saber cómo se encuentra el otro, de recogerle, de acogerle, de ayudarle a que se vacíe en ti, para tu hacer lo mismo después. Así mantenemos la conexión viva.
Creo de verdad que eso es una vacuna frente al distanciamiento, a la indiferencia, al acostumbramiento a la presencia del otro o peor aún, a su ausencia…
No os acostéis sin haber compartido esos minutos.
Sin guion, sin temas que necesariamente haya que abordar. Como cuando os habíais conocido hace poco tiempo y teníais ganas de veros para contaros las cosas, sin más.
Si ves que estáis muy lejos de eso, si sientes que no tienes ni ganas de que ocurra, entonces estamos ante un piloto rojo que se ha encendido en el salpicadero. Esas luces inquietantes que te indican que algo va mal en el motor.
En otra ocasión nos detendremos en las distintas luces rojas que se pueden encender, pero hoy nos centramos en esta que es muy importante: la falta de ganas de compartir tiempo con tu pareja al final del día. Indicador claro de que debéis poneros los dos manos a la obra para bloquear ese tiempo y espacio en el que no haya ni móviles, ni pantallas de ningún tipo, ni niños, ni nadie…
Solo vosotros dos. Compartiendo el final del día. compartiendo la vida
VOSOTROS DOS SOÍS SU HOGAR
Hablando con padres del colegio Arenales Carabanchel, apelaba precisamente a su conciencia de padres para recordarles, para recordarnos, que lo más...
0 comentarios